La industria del automóvil ha estado viviendo en los últimos años una de las transformaciones más importantes de su historia. Por eso, no solo los fabricantes están asumiendo este cambio con grandes inversiones en nuevos modelos eléctricos e híbridos, sino que también los puntos de venta y los servicios de postventa deben adaptarse.
Según datos de Navigant Research, investigadora estadounidense, se prevé que en 2025 los vehículos eléctricos representarán más del 9% del mercado de vehículos livianos y medianos para particulares. Esta circunstancia provocará un aumento de siniestros a los que deberán adaptarse la mayoría de los talleres. Estos no estarán únicamente relacionados con la nueva mecánica electrificada del automóvil, sino también con los nuevos sistemas relacionados con la conducción autónoma y la conectividad.
De acuerdo con un estudio del Observatorio de Siniestros Asitur Focus, ubicado en España, basado en una encuesta realizada a usuarios de vehículos eléctricos, uno de los mayores inconvenientes, detrás de las dudas habituales sobre la escasez de puntos de recarga y la todavía escasa autonomía de muchos modelos, es el “no encontrar un taller adecuado».
Las claves para adaptar un taller al vehículo eléctrico
Un taller convencional debe tomar en cuenta tres claves para la llegada del vehículo eléctrico: la recarga, las herramientas especializadas y la formación del personal.
El primer paso es instalar puntos de recarga que servirán tanto para poder cargar vehículos mientras permanecen en el taller, como para encontrar y solucionar averías referidas a este sistema. Además, puede convertirse en un aliciente para el cliente, que encontrará en el taller un nuevo aliado para la recarga.
La segunda clave es un box eléctrico, espacio habilitado por el taller que contiene todas las herramientas necesarias y específicas para la reparación de problemas de este tipo de vehículo, muy diferentes mecánicamente a los de combustión. Una de las herramientas fundamentales es un multímetro de 1.000 voltios para realizar mediciones de voltaje; aparte de lentes de seguridad, guantes de protección y herramientas de trabajo aisladas son también necesarias para trabajar con seguridad con componentes como las baterías de alto voltaje, que pueden desprender sustancias tóxicas.
Por último, es fundamental la formación de los trabajadores que conozcan las peculiaridades de los diferentes sistemas eléctricos y componentes, como el inversor, la batería y los motores eléctricos que se encontrarán en cada una de las tecnologías de electrificación. También deben aprender a manejar las herramientas específicas que necesitarán para ello y las medidas de seguridad que deben adoptar en su trabajo.
Fuente: Híbridosyelectricos.com